Hablamos con Jordi Gallés, presidente ejecutivo de Europastry, sobre sostenibilidad y el efecto que va a tener la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 en el sector.
AETC.-Europastry tiene un despliegue internacional muy amplio: ¿dónde se producen y dónde venden sus productos de pan y bollería?
JG.-Tenemos un total de 22 plantas de producción: 15 en España, 2 en Holanda, 2 en Portugal y 3 en Estados Unidos. Aproximadamente, el 40% de nuestras ventas se realiza fuera de España. Estamos presentes en los 5 continentes y vendemos nuestros productos a más de 70 países.
AETC.-¿Qué proporción de sus ventas representan los productos de pan y los de bollería?
JG.-El pan representa el 47% de nuestras ventas, la bollería el 51%, y el 2% restante productos de pastelería o complementos.
AETC.-¿Cómo están desarrollando su política de sostenibilidad en la producción y en el suministro a sus clientes?
JG.-La estamos desarrollando desde varias dimensiones:
En primer lugar, parte de una convicción propia como empresa que tenemos sobre nuestro sector. Para nosotros, la Sostenibilidad es un eje fundamental dentro de nuestra estrategia como negocio. En un futuro no tan lejano, las empresas o serán sostenibles o no existirán.
Entrando ya más en detalle, la primera medida fundamental es medir todo lo que hacemos. ¿Cuál es nuestra huella de carbono? ¿Cuántos recursos desaprovechamos? A partir de la medición, establecemos objetivos. Aquello que no se mide, no se puede controlar o mejorar.
En segundo lugar, realizando acciones de mejora en los factores que más inciden en la mejora de la Sostenibilidad. En este sentido, destaco algunas de las acciones más relevantes y recientes:
- – Generación del 100% de toda la energía eléctrica que utilizamos de fuentes renovables.
- – Diseño de la primera planta de producción en Europa de pan precocido neutra en carbono.
- – Desarrollo de un sistema de reparto en última milla con bicicletas eléctricas reduciendo significativamente el nivel de emisiones
AETC.-¿Piensan colaborar en la sostenibilidad de sus cadenas de aprovisionamiento, harinas e incluso trigos?
JG.-Desde luego, en este sentido destacaría 2 iniciativas:
- – Los “foodmiles” como factor clave para seleccionar un proveedor y su cadena de aprovisionamiento correspondiente (los “foodmiles” hacen referencia a la distancia entre la elaboración de nuestras materias primas y nuestras plantas).
- – La colaboración con Innovatrigo para poner en el mercado panes bajos en emisiones de CO2
AETC.-¿Qué efecto va a tener, en su opinión, la actual crisis sanitaria, provocada por la COVID-19, en el desarrollo e implantación de medidas de sostenibilidad?
JG.-En mi opinión hay que discernir entre los impactos coyunturales y aquellos impactos estructurales que esta crisis va a suponer.
Los impactos coyunturales son aquellos impactos en la conducta del consumidor provocados por el confinamiento (consumo sólo en el hogar) y la sensación de cierto pánico que una crisis sanitaria supone. En este sentido, en mi opinión, el incremento del consumo de harinas y levaduras a nivel doméstico y el incremento de ventas de productos envasados de larga duración tienen un fuerte componente coyuntural.
Sin embargo, de fondo existen 3 grandes cambios estructurales que, pese a que no son nuevos, cogerán más fuerza a raíz de esta crisis:
- – La digitalización del consumo (no solo por la venta online sino también a nivel de interacción y conocimiento del consumidor con lo que consume)
- – La relocalización de las cadenas de suministro (entendida como cadenas de suministros más cortas, menos globales, más cercanas al consumidor)
- – La salud y la seguridad alimentaria (no olvidemos que esta crisis tiene su origen en prácticas agroalimentarias incorrectas y que una crisis sanitaria como esta refuerza la sensibilidad del consumidor a tener una forma de vida saludable).
También hay que tener en cuenta que despertaremos de esta crisis sanitaria con una crisis económica importante. De esta forma, a corto plazo, los cambios estructurales que planteo que supongan un esfuerzo de compra significativamente mayor para el consumidor, tenderán a retrasar su desarrollo en el tiempo. En este sentido, como ya pasó en la última crisis de 2008, la premiumización se ralentizará durante un tiempo.