El pasado 14 de julio tuvo lugar la XXXIV Jornada de Cultivos Herbáceos organizada por ASAJA en Sevilla, donde un selecto grupo de expertos se reunió para analizar el sector de los cereales y las oleaginosas a nivel nacional e internacional con el fin de ofrecer respuesta a las muchas preguntas que vienen planteándose en las últimas campañas muchos agricultores de la provincia.
En la actualidad, Sevilla cuenta con la mitad de las 600.000 hectáreas de trigo y de girasol que se cultiva en Andalucía. Se trata de dos cultivos básicos en la campiña sevillana que, hoy por hoy, y pese a la reducción de superficie que ha experimentado el cultivo del girasol, sigue siendo la primera provincia productora de España, tanto de girasol como de trigo.
Sin embargo, es preocupante que ante la falta de rentabilidad de los cultivos herbáceos tradicionales, muchos agricultores hayan optado por aparcar el trigo y el girasol para plantar cultivos arbóreos como el olivar o el almendro, más rentables en este momento; y optando por abrir el abanico y buscar alternativas a las rotaciones tradicionales trigo-girasol.
Tras el análisis de la situación del sector, se abrió una mesa redonda, moderada por el responsable de la sectorial de cereales de ASAJA-Sevilla, José Vázquez, en la que intervinieron el director de Agrovegetal S.A. y actual coordinador del Grupo de Trigos de la Asociación Española de Técnicos Ceralistas, Ignacio Solís, el responsable de compras de Agropro Grupo Sovena, José Suárez, el director gerente de Cocereales, Arturo Hidalgo, el técnico del IFAPA, Alejandro Castilla, el director técnico de Euralis Semillas, José Antonio García de Tejada, el responsable de ventas de la sección Cereal de Manzanilla Olive S.C.A. , José Manuel Rodríguez, y el responsable de compras de Northstar Brokerage, Pedro Villa.
En ella, se trató la falta de tratamientos insecticidas, así como el déficit de lluvias de las cuatro últimas campañas, los escasos incentivos a la calidad diferenciada, que en España está mal remunerada al contrario de lo que sucede en otros países, y los bajos precios del girasol y del trigo, especialmente del trigo blando.
Los ponentes reconocieron que la superficie de girasol se ha reducido en Andalucía en 120.000 hectáreas, aunque sostuvieron que el trigo y el girasol siguen teniendo espacio en las campiñas de secano, donde llevan años trabajando en la mejora vegetal de los cereales y girasol y tienen incluso la capacidad de generar variedades que van a sembrarse después en otros países.
De la misma forma, todos coincidieron en que es necesario abrir el abanico de cultivos y de variedades tal y como se está haciendo ya en la siembra de colza, garbanzos o cebada maltera. En este sentido, apostaron por ir hacia una estrategia de diferenciación en la que debe implicarse todo el sector con el objetivo de ir más allá y, aprovechando nuestras fortalezas, hacer algo distintos a lo que se hace en el resto de países.
Asimismo, los ponentes opinaron que los trigos de calidad y el girasol alto oleico ofrecen muchas posibilidades, pero el agricultor tiene que buscar cultivos y variedades que, además de darle rendimiento, sean bien acogidas por la industria.
En este sentido, Ignacio Solís, coordinador del Grupo de Trigos de la AETC, señalo que “la rentabilidad del cultivo del trigo para los agricultores depende básicamente de tres factores, de la climatología, del precio del trigo en los mercados internacionales y de la tecnología que se aplica en su producción. Sobre los dos primeros factores poco podemos influir, pero sí sobre el tercero”. Así, añadió que “tenemos que aplicar de forma eficiente la tecnología para optimizar nuestra rentabilidad, y ello incluye la elección de la rotación adecuada, en la que además del girasol deben tener cabida otros cultivos como la colza, las leguminosas, (garbanzos, habsa y guisantes), etc., el uso adecuado de los insumos, fertlizantes, agroquímicos y especialmente la semilla”.
Por último, concluyeron en que la situación se presenta complicada, puesto que el cultivo viene lastrado por la bajada del precio del aceite de girasol, que está más barato que el de colza o soja, una anormalidad derivada de la excelente cosecha de girasol de la pasada campaña en los países del Mar Negro, y por la escasa salida que durante el primer semestre ha tenido la torta de pipa de girasol.
En el caso del trigo duro el panorama es mucho más optimista. Los agricultores españoles podrán ver como se revalorizan sus cosechas en las próximas semanas, puesto que Italia, que ha tenido una mala cosecha necesitará importar dos millones de toneladas de trigo duro y ni Grecia, ni el Norte de África, ni Canadá, primer productor mundial de trigo duro, cuentan este año con excedentes, por lo que el trigo español va a estar esta campaña mucho más demandado, y es previsible que las 400.000 toneladas de trigo duro que tradicionalmente exporta nuestro país vayan a cubrir el déficit de cereal que tiene Italia.